Pastoral 27 de Agosto - Ap. Alberto Magno Sales de Oliveira
¡Una Iglesia en Marcha y Crecimiento!
“Cuando terminaron de orar, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban con valentía la palabra de Dios. La multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma. Ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos.”
Hechos 4:31-33
¡Qué extraordinaria descripción de la Iglesia Primitiva es la que encontramos en Hechos de los Apóstoles! ¡Qué tremenda y ardiente Iglesia que ella fue! De 120 miembros al inicio pasaron a diez millones en un siglo. Ellos poseían pocas de las cosas que pensamos que son necesarias hoy día, pues no disponían de recursos de traducción de la Biblia y las facilidades que disponemos nosotros de tenerlos. Tampoco había publicaciones impresas ni ministerio en los medios de comunicación o redes sociales a que acudimos hoy. Ni siquiera contaban con edificios para templos o para sus reuniones. Pero, aquellos primeros creyentes nos sobrepasaron en lo que hicieron.
¿Qué hizo esa Iglesia Primitiva que necesitamos hacer hoy día?
- Necesitamos orar. Aquella era una Iglesia que oraba, según el relato de Hechos 4:31. Nacida en una reunión de oración de 10 días de duración, donde tanto hombres como mujeres oraban unánimes (Hechos 1:14). Oraban y eran llenos del Espíritu. Aun cuando situaciones difíciles les asolaba, ellos oraban y se volvían intrépidos. Oraban tan fervientemente que los edificios se estremecieron. ¡Cómo es vital la oración si la Iglesia ha de avanzar! Amados discípulos que hacemos la Primera Iglesia Bautista, aquí tenemos un modelo extraordinario de como marchar y avanzar.
- Necesitamos amar. El testimonio de Hechos 4:32 nos revela que el amor era evidente en aquella Iglesia y los hacía compartir con otros, capacitándolos a dar a los necesitados y para hacer a un lado todas sus diferencias. El amor unía a aquellos cristianos primitivos, trayendo como resultado un avivamiento, pues comenzaron a amar las cosas de arriba y perdieron su amor por las posesiones terrenales. Nada será más grande que la evidencia del amor en el seno de una comunidad cristiana y será la prueba cabal de que somos discípulos del Señor Jesús, pues Él nos dijo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. (Juan 13:35).
- Necesitamos testificar. En Hechos 4:31, 33 encontramos que el testimonio de aquella Iglesia era poderoso, pues “hablaban con valentía la palabra de Dios” y “con gran poder los apóstoles daban testimonio”. El Pr. David Dawson dijo: “El banco silente es la maldición y la plaga del cristianismo”. Por otro lado, alguien declaró: “La capacidad que tenemos de compartir la vida de Dios a otros es la prueba evidente de que, sí, la tenemos”. Todos en aquella Iglesia de primer siglo estaban testificando a otros del Evangelio.
Con oración, amor y testimonio la Iglesia Primitiva marchaba hacia adelante. Su fervor en la predicación del Evangelio posibilitó que éste llegara hasta nosotros, pues nada ni nadie los pudo detener. Hoy, tenemos las mismas órdenes de marchar y tenemos al mismo Señor que nos comanda y dirige. Si ellos pudieron transformar a su mundo y a su generación (Hechos 17:6), nosotros también lo podremos hacer.
En el Amor del Señor y en la Lucha por el Reino, Alberto Magno y Gladys de Sales, sus pastores.