Pastoral 18 JUNIO 2023

Un viejo sabio dijo: “Cuando joven, yo era un revolucionario y mi única oración a Dios era: ‘Señor, dame fuerza para cambiar el mundo’. Al acercarme a la edad madura y percibir que mitad de mi vida ya se pasara sin que yo tuviera cambiado una sola alma, cambié mi oración a Dios: ‘Señor, concédeme la gracia de cambiar a aquellos que tengan contacto conmigo, tan solamente mi familia y mis amigos, y yo me daré por satisfecho’. Ahora, que estoy viejo y mis días están contados, comienzo a ver que fui un tonto. Mi oración a Dios ahora es: ‘Señor, dame la gracia de cambiarme’. Si yo hubiera orado por eso desde el principio, no hubiera desperdiciado mi vida’.

 Muchos son así: o no quieren cambiar nada o quieren cambiar todo. Nosotros necesitamos tener la sensibilidad para cambiar aquello que no está bien. Quizás haya funcionado en el pasado, pero ahora no funciona más.

La rutina impide el cambio, porque estamos acostumbrados a hacer siempre del mismo modo e eso no requiere más esfuerzo. El cambio significa navegar por mares nunca antes navegados y eso hace con que nuestras inseguridades afloren. Es por eso que muchas personas se sienten más confortables con viejos problemas que con nuevas soluciones. Aun cuando la propuesta sea un vuelque radical a los principios escriturarios, creen que huele a herejía y se acomodan a lo de siempre.

Todo esto se parece a una congregación que necesitaba desesperadamente un nuevo edificio, pero tenía recelos de aventurarse a eso. Durante un culto, cayó un pedazo del teto, alcanzando la cabeza del presidente de la directiva de aquella congregación. Inmediatamente fue convocada una reunión y las siguientes decisiones fueron tomadas:

1. Primera: Construiremos un nuevo templo.
2. Segunda: Construiremos un nuevo templo en el mismo local del antiguo.
3. Tercera: Usaremos los materiales del templo viejo para construir el nuevo.
4. Cuarta: Continuaremos orando en el viejo templo hasta que el nuevo sea construido.

Algunas personas están abiertas al cambio, desde que eso no les sea inconveniente, ni les cueste cosa alguna.

¿Cuáles son nuestros valores?

Si vamos a esperar que todos concuerden con el cambio, nunca vamos a hacer los cambios. Es necesario entender que cambios son el resultado de nuevos valores. Pero, a veces una estructura para implantar los valores termine transformándose en valores. Por ejemplo: “La Escuela Dominical fue una estructura desarrollada para implantar el valor de la enseñanza bíblica, pero ésta se transformó en un valor.””

Otro ejemplo: “Los cultos fueron implantados para implantar la devoción y adoración al Señor y para conducir el pueblo de Dios a la verdad de la Palabra, pero se volvió el único valor y medio para congregar los creyentes”.

Es importante tener clareza de nuestros valores para que los cambios tengan buenos resultados:

• Cuando dos buenos valores no reciben el mismo énfasis, uno neutraliza el otro.
• Todo miembro de la Iglesia es un ministro (ministra a Dios).
• Líderes son llamados a servir.
• Todo miembro de la Iglesia debe funcionar en un área.
• Las Células funcionan como base de la Iglesia.
• Las Células son el eslabón que conecta todos los ministerios de la Iglesia.
• Todo miembro debe ser equipado para el servicio cristiano.
• Tanto las reuniones en el Templo, como las reuniones hogareñas son importantes.
• Con todos los miembros involucrados, la iglesia crece espontáneamente y exponencialmente.
• Dentro del Reino de Dios no hay reinos particulares.
• Visión + Visión = División.
• Cuando todos damos pasos en la misma dirección, llegaremos más rápido.

¡Qué desafíos tenemos siempre delante de nosotros para que no volvamos estáticos, monumentos o muerte espiritual! Nuestra oración es que Dios nos de la habilidad y la sensibilidad de oír Su voz y ser guiados por Su Santo Espíritu.

En el Amor del Señor y en la Lucha por el Reino, Alberto Magno y Gladys de Sales, sus pastores.