Pastoral 10 de Septiembre - Ap. Alberto Magno Sales de Oliveira
¡Una Generación Alineada!
El guarda o atalaya tiene que estar atento y debe dar alarma certera sobre el avanzar de la noche, sea en tiempos de paz o de guerra. Pero, todos corremos peligro si el atalaya anda distraído, dormido o indiferente. La alienación o enajenación es la acción de enajenar, distracción, “desvarío”, locura, embelesamiento. En el texto arriba el guarda de Duma no da alarma sobre situación alguna. Para él todo transcurre con rutina y nada ve o nada sabe. ¡Qué triste realidad!
Somos parte de esta generación de atalayas que Dios está levantando en nuestra ciudad y Nación. Hoy por hoy, profetas y ministros de Dios están dando voz de alarma sobre lo adelantado que va la noche para la humanidad. Continuamente estamos siendo desafiados a estar preparados en santidad, paz, alegría, amor y honra, pues el Rey de toda la Tierra está volviendo, aunque con todas las dificultades económicas, políticas y sociales que el mundo hoy día enfrenta.
Pero, ¿qué hace con que un cristiano se quede indiferente a lo que está pasando a su alrededor? Hay algunas razones por las que un hijo de Dios pueda estar distraído cuando es hora de ponerse en marcha, con las armas en puño y en posición de guerra espiritualmente hablando. Veamos algunas de ellas:
- La falta de Conocimiento. Oseas 4:6a nos dice: “Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento”. Tal conocimiento no es el conocimiento natural ni tampoco intelectual, aunque sabemos que el conocimiento natural puede librarnos de muchos problemas. Pero el conocimiento de que habla el profeta es el conocimiento revelado por Dios; es el conocimiento que nos lleva a actuar según Dios. Daniel 11:32 nos dice: “Mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará”.
- Nuestro Señor lamentó por Jerusalén por su falta de este tipo de conocimiento: Lucas 19:41-44 relata: “Cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró por ella, diciendo: –¡Si también tú conocieras, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Pero ahora está encubierto a tus ojos. Vendrán días sobre ti cuando tus enemigos te rodearán con cerca, te sitiarán y por todas partes te estrecharán; te derribarán a tierra y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación”. ¡Ah! ¡Si tan solamente Jerusalén supiera lo que el profeta Zacarías había dicho en Zacarías 9:9!
- La preocupación con lo material. En Lucas 12:13-20 el Maestro nos habla de un hombre prisionero de sus bienes materiales. De esta parábola concluimos:
- Que la fascinación por lo material nos lleva a la locura.
- Tal fascinación nos vuelve insensibles a las necesidades de los demás.
- Nos volvemos egoístas y nos quedamos ciegos.
- Tal fascinación nos vuelve esclavos de la materia y pensamos que nuestra vida es puramente el aquí y el ahora.
- Aquel hombre no pensó en su vida espiritual, ni en Dios ni en la eternidad.
- No tomó en cuenta su preparación para presentarse ante el Trono de Dios.
- Esta fascinación no nos mueve del afán de conseguir más y más…. Solo nos interesamos por lo material.
- La mera religiosidad. Cuando Jesús llegó a este mundo, su pueblo estaba zambullido en un mundo de religiosidad muy profundo. Al nacer en Belén, nadie se había percatado de esto, pues los líderes religiosos en Jerusalén nada sabían. Solamente algunos pastores, que estaban en el campo con sus rebaños y que fueron notificados por los ángeles es que tomaron conocimiento de tan grande nueva de alegría – “¡nació el Salvador!” La religión también aliena y vuelve insensible e indiferente al hombre.
- El Pecado. Este es un peso para el avance cristiano (Hebreos 12:1), y no nos permite hacer la Voluntad de Dios (Romanos 7:14-20). Además, el pecado nos esclaviza y nos saca del propósito de Dios para nuestras vidas. (Juan 8:33)
Necesitamos tomar atención y buscar estar libres del asedio de tales cosas en nuestras vidas para que no seamos encontrados como atalayas dormidos e indiferentes. Nuestro Señor Jesús nos advierte sobre la hora final para que “no seamos engañados” (Mateo 24:4); para que velemos (Mateo 24:42-44) y para que no seamos como en los días de Noé. “Pues como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del hombre.” (Mateo 34:38-39).
En el Amor del Señor y en la Lucha por el Reino, Alberto Magno y Gladys de Sales, sus pastores.